Por Mónica Esparza
Norbert Weiner dijo una vez que los hombres, arrastrados por el deseo de la practicidad y simplificación de todas las actividades obligadas para la supervivencia, estamos todo el tiempo tratando de crear entidades “pensantes” que nos ayuden, o, en su defecto, hagan las cosas por nosotros. Y no nos conformamos
Tenemos herramientas, licuadoras, automóviles, calculadoras, televisiones, computadoras y robots. La pregunta seria ¿Existe alguna máquina que tenga la capacidad de pensar por nosotros? Las calculadoras hacen complicados cálculos matemáticos, las computadoras corrigen nuestra ortografía y “aprenden” de nuestra escritura e incluso hay robots que responden a nuestros gestos, emulan emociones y son capaces de realizar diversas actividades. ¿Esto significa que piensan? No de la misma manera que los seres humanos. No lo creo.
La cibernética – cuyo nombre fue acuñado por Weiner- estudia las semejanzas de los humanos y las maquinas, principalmente, cómo procesan la información. Para Weiner el funcionamiento es prácticamente idéntico: maquinas y humanos funcionan por medio de impulsos eléctricos, es decir, mensajes que se envían a diversos sitios, generando una respuesta. De ahí que considera que la sociedad solo se puede entender estudiando los mensajes, y eficiencia de la comunicación entre sus partes.
Abría que cuestionarnos qué pasaría si lográramos tener un conocimiento total de funcionamiento de nuestro cerebro. ¿Seríamos capaces de reproducirlo y crear máquinas con inteligencia y voluntad propias, tal vez incluso capaces de sentir y reproducirse? La posibilidad de que una máquina se asemeje tanto al ser humano es tan polémica como el hecho de que poco a poco nosotros nos estemos pareciendo también a las máquinas, cada vez menos capaces de pensar de manera independiente en lugar de repetir lo que se nos “programa”.
Las computadoras, prótesis y de más objetos de estudio de la cibernética nos han traído innumerables beneficios. No cabe duda que Norbert Weiner fue un visionario que aporto las bases de la comunicación moderna y además predijo la importancia de las máquinas que se abren terreno en nuestro mundo. Esperemos que estos avances sigan aportando más de lo que llegan a perjudicar y que sepamos valorar tanto las cosas útiles, como los riesgos que implica jugar a crear “humanos” compuestos de tornillos y cables. No vaya a ser que en una de esas, terminemos haciéndole compañía a Neo en la Mátrix.